JINGLE
Tintineo, cascabeleo, retintín…
Esa es la traducción al español de la palabra inglesa “jingle”. O sea que el tradicional “Jingle bells” navideño
sería “Tintineantes campanas” o “Campanas tintineantes”… Escoja usted.
Pero cuando uno escucha “jingle”, inmediatamente lo asocia a la publicidad y a esas pequeñas piezas musicales, cantadas (porque la música sola es un “fondo musical”) y normalmente pegajosas, fáciles de recordar, que identifican una marca, producto o servicio…
El “jingle” es esa “ayuda memoria” que utiliza la publicidad, porque la música y la letra sencillas o “fáciles”, son -sobre todo cuando son repetidas, un poderosísimo elemento auditivo que aún sin imágenes, -como en la radio- funciona de maravilla para fines de recordación…
Todavía recuerdo la página de la revista norteamericana “Advertising Age”, donde había un aviso full tamaño, de una empresa productora de “jingles”, cuyo enorme titular decía: “There’s no music if the words don’t sing” o “No hay música si las palabras no cantan”…
Verdadera e importante enseñanza para un redactor publicitario, que deberá “hacer cantar” a las palabras; lo tenía pegado a la pared como un recordatorio propio y tema de conversación cuando alguien preguntaba por él…
Conversando con mi amigo Elías Ponce, músico y gerente de la casa productora de sonido que llevaba su nombre, me comentaba lo raro que era que las letras que le llevaban para componer “jingles” sirvieran a la primera, sin necesitar retoques o cambios en la métrica y la rima y es que aunque uno no tenga la música en la cabeza, la letra debería tener eso que casi toda la poesía tiene: métrica y rima.
“No hay música si las palabras no cantan” : La frase que resume todo lo que un redactor debe saber, para que las letras de sus “jingles” sean bellas, pegajosas y… ¡Eficaces!
Manolo Echegaray.