¡ARCHIPÁMPANO!

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¡ARCHIPÁMPANO!

Siempre, desde que tengo diez u once años me gustó esta palabra.

La ví por primera vez en un libro de la historieta (comic) de “las Aventuras de Tintín”, del genial dibujante belga Hergé, en traducción al castellano por supuesto y edición española, de una editorial que ahora ya no recuerdo.

“¡Archipámpano!” era una interjección que profería el Capitán Haddock, amigo del reportero Tintín. Esa palabra se me quedó grabada y en el idioma original debió ser otra palabra, pero esta era la que aparecía en esa hispana traducción…

Archipámpano significa “personaje”, “dignatario” y al encontrar años después (muchos) el significado de la palabreja, me di cuenta de que el rabioso capitán lo decía despectivamente, en especial a un sabio distraído -el profesor Silvestre Mariposa- que vivía pendiente del péndulo cogido con el pulgar y el índice de una mano, balancéandose mientras el profesor murmuraba “Al oeste…,siempre al oeste…” indicando la dirección que señalaba el péndulo al oscilar…

A mí, de chico, me pareció un insulto y creo que lo asocié con el “pampanito”, que es un pez marino del cual había escuchado hablar en casa. No entendí nada, pero la palabra se quedó en mi memoria y hoy puedo decir que muchas palabras pueden ser como banderas que llaman la atención o luces intermitentes que avisan de algo…

Hice de trabajar con las palabras una profesión y descubrí que me gustaba. “Archipámpano” fu una bandera, una luz intermitente que al seguir ondeando, titilando en mi memoria, me recuerda a la infancia, al profesor Mariposa, a Tintín, al capitán Haddock, a los detectives Hernández y Fernández, a… A todo eso gracias a lo cual pude ir aprendiendo, he querido siempre y que, finalmente, me llevó a la redacción publicitaria…

Curioso, ¿no?

 

Manolo Echegaray.

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