MISTOL, COCOROCOS, CEREGÉN,
PHILIPS Y OTROS RECUERDOS…
No es raro que la buena publicidad ayude a la memoria, porque ciertas marcas quedan como clavadas firmemente en nuestro recuerdo y “gatillan” una serie de imágenes que vienen de ese maravilloso archivo llamado cerebro y que está listo para “saltar” al menor estímulo…
Estoy seguro de que muchas marcas y productos nos traen recuerdos que en principio pueden estar íntimamente asociados con esos “hitos” de la memoria, pero que continúan “jalado el hilo” y nos traen instantes pasados que pensamos se nos habían borrado…
Esa me parece que es otra de las acciones de la publicidad bien hecha y correctamente orientada; su impacto en la mente sirve como recordatorio y esta acción nos abre caminos recorridos y nos lleva a lugares en los que estuvimos y a situaciones vividas anteriormente.
Tal vez crean que le doy demasiada importancia a la publicidad en cuanto a su función de “recordadora” para el cerebro, pero es que quienes se refieren a ella como “los avisitos”, “los malditos avisos” o la causante de las interrupciones de nuestra serie favorita en la tele, harían bien en mirarla desde este lado y ver los beneficios colaterales que tiene, además de informar,
sugerir y -hecha- entretener. Siempre lo digo: La publicidad no vende, quienes venden, son los vendedores… No vende, pero aconseja, “enamora” y activa la memoria y… ¡los recuerdos!
Manolo Echegaray.