LA MÁQUINA DE LA DIVERSIÓN

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LA MÁQUINA DE LA DIVERSIÓN

Cuando empecé en publicidad, allá en el siglo pasado, me entregaron un diccionario gordo y una máquina de diversión…

En realidad no supe sino hasta pasado un tiempo que debajo del disfraz de una máquina de escribir, se escondía un materializador de diversión que hacía realidad las más locas fantasías…

Bueno, en realidad empezó como una máquina de tortura, para alguien que como yo, solamente usaba el dedo índice de la mano derecha para escribir y el índice de la otra mano para apretar la tecla de letras mayúsculas y recorría con la mirada el teclado en busca de la letra correcta. Mi ignorancia de la mecanografía era un verdadero drama, porque resultaba hiper demorón para cualquier tarea que -lo que era mi trabajo- tuviera que ver con la famosa máquina…

Pero fui acostumbrándome, ganando velocidad y calculo que memorizando la posición de las teclas, que seguí y sigo hasta hoy, apretando una por una y con el índice derecho. Poco a poco la traqueteante máquina de escribir se fue convirtiendo en una máquina de fantasías, que me permitía expresar los sueños, las ideas y todas esas pequeñas locuras que bullen en la cabeza cuando uno se pone a pensar “creativamente”; pongo la palabra entre comillas, porque creo que lícito diferenciar los pensamientos, a secas -que no tienen
que ver con un tema específico- de aquellos que de pronto en desorden, pero son las piezas del “lego” que está armando lo que va a ser una pieza publicitaria…

Después de mucho tiempo, las diferentes máquinas de la fantasía que fui usando, fueron reemplazadas por máquinas como esta computadora y un mundo nuevo se abrió para mí, porque la imaginación y la fantasía se hiper multiplicaron hasta alcanzar hoy cotas
increíbles.

Los sueños de un creativo publicitario -yo en este caso- se ven hechos realidad y lo que soñaba apretando teclas el siglo pasado, se materializa hoy, también apretando teclas, pero a una velocidad y con una amplitud -me atrevo a decir- inconmensurables.

¿Qué tienen en común mi antigua máquina de la fantasía con esta nueva? Las teclas. ¿Y qué tenemos en común mi antiguo yo y mi actual- usadito- yo? Que usamos el mismo dedo índice para apretar las teclas y sí, claro: la misma curiosidad.

Manolo Echegaray.

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